Que paseis todos unas maravillosas vacaciones de navidad!! FELIZ NAVIDAD!!! jooo... quiero que nieve!!!
saaaa hermanita guapaaaa!!!muy feliz navidad!!!!!:D pasatelo genial!!muchos besitos!
Escrito por Patry a las 27 de Diciembre 2004 a las 12:45 AMhola hola nena
Escrito por claudic a las 1 de Diciembre 2007 a las 11:55 PMdsfgergtgrtrtgrtgrtg fgrrtgrfg rfgrtgtgtg
Escrito por orlando a las 22 de Diciembre 2007 a las 12:20 AMNO TE DEPRIMAS EN NAVIDAD
Las causas más frecuentes para que una depresión llegue en navidad pueden ser variadas. De hecho, son muy parecidas a las asociados a festividades como el Día de la Madre, el Día del Padre, el Día de los Enamorados o cualquier otra fecha significativa.
El hecho de que la Navidad no sea una celebración de un día, sino una época del año rodeada de fiestas y celebraciones por cualquier parte puede ser, para la persona afectada por la depresión una verdadera tortura.
Estas causas pueden ser el fallecimiento de un ser querido, la distancia -tanto física como emocional- de un ser querido, la ruptura de pareja o de una amistad, las expectativas insatisfechas o no alcanzadas, los problemas económicos, los malos recuerdos o la soledad sin Dios. La persona se ensimisma y evita compartir con los demás este acontecimiento de la navidad.
Hablando mundanamente, la Navidad es un período solamente asociado a la finalización del año. Mucha gente se pone a hacer recuentos para ver si se han alcanzado las metas propuestas hace doce meses, para diversas cosas o planes, contra mal llamados fracasos obtenidos. Para algunas personas es una época para cerrar un ciclo más de la vida, pero para otras, el pensamiento de que todo tiempo pasado fue mejor, y la evocación de recuerdos cálidos y reconfortantes, en un ambiente familiar feliz, aumentan más la depresión y sensación de vacío.
En otros casos la baja autoestima puede jugar un papel importante para que la depresión en Navidad y en cualquier tiempo, se haga presente. Al ser la Navidad una celebración asociada a felicidad, amor y paz, las personas que no tienen conciencia aún de quién es el verdadero sentido de la Navidad o quién es la Navidad, y al no tener conciencia de cuánto valen ellas mismas, no se sienten merecedores de ser amadas inmensamente, creen que lo mejor sería morir. Es más, llegan a sentirse culpables por el solo hecho de pensar en compartir y disfrutar de las fiestas, de sentirse alegres junto con los demás, ensimismándose aún más en su depresión por su vacío existencial y por no saber o no querer aceptar que son inmensamente amados por Dios, muchos y muchas se entregan a vicios como el alcohol, las drogas, se entregan a relaciones que les dañarán más, e incluso a pensamientos asociados al suicidio.
La depresión aunque puede ser generada por algún funcionamiento químico del cerebro o por alguna enfermedad física, puede también y sobre todo ser generada por la negatividad que decidamos día con día y momento tras momento engendrar en nuestra mente.
Este mensaje pretende ayudarte a ti que escuchas, sea quien seas, niño, joven, adulto a invitarte a que te decidas ahora mismo a voltear tus ojos en ese pequeño de Belén, Jesús, que precisamente vino por ti especialmente para que descubrieras el verdadero sentido de tu vida y supieras que la Navidad es Él, Dios con nosotros, el Emanuel que ahora mismo si así lo decides, puede hacerte muy feliz allá, en tu profundidad, en tu corazón.
Hermano, hermana que escuchas, tú no necesitas de nada externo para ser feliz, solamente necesitas de Dios que vive en ti y de tus buenas decisiones como por ejemplo, ahora mismo puedes decir en tu interior, sea cual sea tu pena abrirte al amor incondicional de Dios por ti y hablarle en tu corazón a Jesús diciéndole: Jesús, había estado ensimismado en mi mismo, ensimismada en mi misma, pero hoy se que ninguna hoja del árbol se mueve sin que el Padre lo haya permitido y todo para mi bien.
Te entrego ahora mismo todo lo que yo creí que era un bien para mi, pero que hoy se que el mayor bien que pudiera tener, eres tú en mi mente, en mi corazón, en mis emociones, en lo más profundo de mi. A partir de hoy, en este momento, quiero comenzar a celebrar la navidad es decir, quiero celebrar que viniste a esta tierra a enseñarme cómo amar y qué es el verdadero amor. Viniste Jesús a decirme que aunque sufra pérdidas de cualquier tipo, el amor del Padre y tu amor, tu Espíritu Santo y tu presencia Jesús, nunca me faltarán.
Hoy aquí y ahora reconozco que nadie es el centro de mi vida. Reconozco que había apegado mi corazón a tantos y tantas, que había hecho el centro de mi vida a paja que se lleva el viento. Hoy Jesús mi Salvador Precioso, estoy haciendo crecer la fe, la esperanza, la vida, la alegría en mi, porque ya no quiero más ser un necio, una necia que funda su casa sobre arena.
Todos los seres humanos, somos tuyos, tú nos hiciste y hacia ti vamos. Unos se van primero de la manera que sea, y otros llegaremos después. Gracias Jesús por la conciencia que me estás dando de la importancia del tesoro que soy. De tanto regalo que hoy comenzaré a abrir para disfrutarlos y para que me hagan madurar porque hoy me doy cuenta que al haberme cerrado por el dolor recibido, no me permití crecer como un verdadero hijo, como una verdadera hija de Dios. Gracias Jesús por estar en mi corazón, por tu fidelidad hacia mi, por el amor inmenso, gratuito e incondicional que me tiene el Padre. Dios, gracias porque me amas y te amo. Amén.
¿Sabes hermano, hermana que escuchas? Todos los seres humanos estamos propensos a presentar depresión, pero créenos, la depresión se puede evitar cuando recurras siempre a la positividad, a la fe adulta, a la esperanza que no muere nunca. La depresión la podrás evitar cuando quieras vivir el amor incondicional para ti mismo, para ti misma y para cada ser humano que se tope en tu camino. Si hoy todavía experimentas esa loza encima, esas espinas que te duelen, es porque allá en tu muy profundo ser, hay cosas que aún no has sacado y que ya no te son útiles y quizá nunca lo fueron.
Hoy, aquí y ahora te invitamos a comenzar una limpieza general, pero no lo hagas sólo, sola, porque no estás sólo, sola. El poder de Dios está sobre ti ahora mismo, sólo necesitas querer dejarlo actuar y tú unirte a ese poder y decir ahora mismo: Decido entregar lo que tanto me ha dolido. Decido ahora mismo en tu poder Señor perdonar a ..(Y tú que lees puedes mencionar el nombre de quien te hirió).
En tu nombre Jesús Pequeñito decido levantarme porque tú me das el ánimo, porque de ahora en adelante ya no haré caso de lo que sienta de negativo sino que de ahora en adelante tomaré decisiones por fe, por madurez en ti, por sabiduría y esta sabiduría hoy me dice que puedo levantarme, aunque esté postrado, postrada en una cama, porque por fe, desde hoy, a cada momento comenzaré a declararme sano, sana para ti Señor.
Y si tú que escuchas, puedes caminar, en el nombre de Jesús levántate, báñate, busca tu Biblia y comienza a leer el salmo 46 (45) que dice: Dios es mi refugio y fortaleza, poderoso defensor en la angustia, por eso no tendré más miedo aunque se deshaga la tierra y los montes se desplomen en el fondo del mar porque se que Dios está en medio mío y me sostendrá, me ayudará al comenzar el día
Mi hermano, hermana que escuchas, quien te habla ha vivido momentos muy amargos por estar ensimismada y por haber buscado mi voluntad y no la del Señor pero también se que hoy vivo en plenitud y que no importa lo que pudiera aún sentir de tristeza o negatividad, porque decido vivir en la alegría de Jesús que nació y murió por mi decidiéndome a cada momento ser positiva, por eso te digo: Sí se puede pero tú que escuchas tienes qué decidirlo a cada momento.
Cuando comprendas y aceptes que nadie es el centro de tu vida más que sólo Dios, ese día serás libre, serás feliz. ¿Sabes? La felicidad es una actitud interior que viene de decidirse a vivir en paz, a vivir en amor verdadero, a vivir en honestidad de vida, a vivir en desapego con libertad interior. La felicidad viene de comprenderse a uno mismo y de aceptarse exactamente así como es para de ahí partir a un cambio progresivo benéfico para uno mismo y por consiguiente para quienes se topan con nosotros cada día. Para quienes nos hemos decidido a caminar desde Cristo mirando siempre de frente y siempre hacia adelante aunque a veces caigamos nuevamente en negatividad por descuido o necedad, no podemos decir que seguimos en el mismo sitio aunque aún todavía no lleguemos a ser como Jesús.
Así que tú que escuchas, niño, joven, adulto, no importa la edad que tengas, no importa lo que haya pasado, tal vez un divorcio o alguna separación de alguien o la muerte o enfermedad de algún ser querido para ti, no importa las palabras que te dijeron o el abuso físico o psicológico que te cometieron, no importa los rechazos, abandonos, humillaciones, traiciones o injusticias que recibiste porque mayor eres tú que todo eso porque Mayor es el que vive en ti. Mayor es su amor a todo el desamor, mayor es la paz que Él quiere que vivas que la angustia que permitiste en tu interior. Mayor es la libertad a toda la esclavitud a la que te ataste apegándote. Mayor es la seguridad que te da hoy Jesús que todo el miedo que pudieras haber alimentado en tu mente.
Eres libre de todo lo que te daña. ¡Creelo! Hoy en el nombre de Jesús quedas desatado/a de todo tipo de depresión; hoy en el nombre de Jesús quedas desatado/a de toda negatividad pero tú necesitas querer ponerte en pie. Tú necesitas decidirte a cada momento comprenderte y comprender porque la Navidad es eso: comprender que el ser humano es inmaduro cuando no se abre al amor verdadero. La navidad es comprender que el hombre sin Dios es quebradizo frágil, pero que precisamente Dios lo ha ungido de su Espíritu de Poder gracias a Jesús y nos ha dotado a mi, a ti que escuchas de todas las herramientas para escalar aún la más alta montaña.
En esta época del año te invitamos a que comiences a valorar tu mente, pues dice la Palabra del Señor en proverbios 4, 23: Cuida tu mente más que a nada en el mundo, porque ella es fuente de vida. En otra parte dice que en ti está la bendición o la maldición, que en ti está el poder decidirte por lo que te construye o lo que te destruye, por el bien o por el mal, por la negatividad o la positividad, por la infelicidad o la felicidad pero sobre todo, todo está en que tú comiences a decidirte una y otra vez por el bien, por la salud, por la amistad contigo mismo, contigo misma, cultivando diariamente una relación con Dios por medio del amor que te manifiestes a ti mismo, a ti misma y por medio del amor que manifiestes a todo aquél, a toda aquella que se tope en tu camino. (Mús)
Si tú que escuchas fuiste un niño abusado sexualmente, o eres un jovencito, una jovencita que ha sufrido la separación de tus padres, o eres un adulto que vive gruñón, gruñona por tanto rechazo y abandono, el perdón será algo vital en esta Navidad.
En estos talleres aprendemos que las culpas no existen más que en la mente de quien quiere creer en ellas. Lo que sí existe son las causas y si aquella cometió aquél abuso brutal y te cometió injusticias, fue porque a su vez, también le cometieron lo mismo o peor y claro que esto no es excusa, pero si ahora tú te decides a romper con la cadena de seguir reaccionando y respondiendo de la misma manera o de otras maneras negativas, comenzarás a ver la verdadera vida pero el boleto de entrada es el perdón.
Perdón primeramente a ti mismo, a ti misma por tantas decisiones que te han destruido y luego, perdón a quienes te causaron daño incluso, sin saberlo. Lo que ya pasó, ya pasó y puedes estar seguro, segura que si Dios nunca quiso el mal para ti, de todas esas espinas estará sacando rosas, bienes, madurez para ti si tú también así lo decides ahora mismo postrado, postrada ante Jesús Niñito que te está esperando en su pesebre para darte de su calor, para darte toda su ternura, para darte amor verdadero.
No mendigues nunca más que te llamen por teléfono, ni que te den regalos, o que te den atención, que te digan que te quieren mucho aunque no sea verdad, porque los hijos de Dios no mendigan porque no tienen necesidad sencillamente porque tienen el amor de Dios para ellos. Los hijos de Dios son dignos y humildes, porque digno y humilde es quien los hizo. Los hijos de Dios son felices y seguros porque se saben en las mejores manos, las manos Divinas de ese Dios que es amor sin límites y sin condiciones.
Y quien se sabe en las manos de Dios, el Dios Poderoso y compasivo, perdona. ¿Sabes? el perdón es el ingrediente esencial para disfrutar, no solo de esta Navidad sino para disfrutar cada día, cada momento de tu vida, para disfrutar también de la paz que Jesús Bebito vino a dar.
Mi hermano, mi hermana que escuchas, aún es tiempo: perdona a quien te haya ofendido y pide perdón a quien tú hayas hecho algún mal aunque haya sido sin mala intención. ¿Te cuesta hacerlo? Recuerda lo que Jesús hizo por ti gratuitamente, pues no le has pagado nada, ¿verdad? Pero a EL, ¡¡sí que le costó!!
Quien quiera que seas en el nombre de Jesús te decimos: ¡Perdona!, porque el perdón es vida para tu mente y para cada órgano y célula de tu cuerpo. Perdona porque Navidad es vida, es AMOR VERDADERO. Navidad es bendiciones del cielo derramadas sobre ti y los tuyos, pero de ti depende vivirlas hoy, mañana y siempre.
Perdonar no significa olvidar lo pasado, sino recordar sin dolor, pero para llegar a recordar sin dolor te aconsejamos que escribas una y muchas veces más una gran carta al Padre Dios diciéndole todo lo que te ha dolido y comienza a hablarle a esas personas para decirles lo que tú experimentaste pero que hoy gracias a Jesús Bebito tú les desatas y les perdonas. Háblate también a ti en esa carta y perdónate. Pon todo lo que más te duela y lo que no te duela mucho también y cuando termines, quémalo como ofrenda, como regalo al Niño Dios.
Hacer esto cuantas veces lo necesites decidiendo a cada momento ser feliz sin llevar cuenta nunca de los delitos te irá purificando del rencor. El rencor es el más grande veneno junto con la soberbia que puede llegar a matar tu mente, tu alma, tu ser porque el rencor y la soberbia son como el agua estancada que si no se purifica se pudre y huele mal. Así también le sucede a tu interior con los odios no filtrados que tienden a dar un sabor amargo al agua de nuestra vida y esta agua podrida y amarga te puede causar no sólo el cáncer del alma sino también del cuerpo.
Jesús se hizo un nene y nos dijo en su Palabra que quien fuera como un niño entraría en el reino de los cielos. ¿Sabes? En el arte de perdonar nos aventajan los niños. Para ellos un ¡perdóname! bien dicho, basta y sobra para borrar una pelotera. Los niños no son sensibles a esos vanos temores que la soberbia engendra Lo malo es que entre más crecemos y más importantes así entre comillas- nos volvemos, nos habituamos a ser tercos y reacios para perdonar.
Por la soberbia y amor propio herido te resulta duro agachar la cabeza ante quien te ha bofeteado, y hoy más que ninguna época, la humildad no está de moda porque se le suele confundir con la cobardía. Pero, ¿no es más valiente el ser humano que perdona de frente que aquel que huye por la vida atesorando su rencor, encapsulando la humildad sin dejar salir nada de lo precioso que ya Dios depositó en su corazón? Si todavía hoy dices que te resulta difícil perdonar es por tu cerrazón, por estarte mirando egoístamente a ti mismo, a ti misma pero si tú que escuchas esto, hoy mismo decides amar como Dios te ama, , entonces tu interior y tu vida todo, comenzará a ser diferente, comenzarás a ser realmente feliz y pleno, plena.
Casi para terminar hoy queremos compartir contigo cinco consejos para perdonar:
1. Perdona aunque quien te cometió la herida no te lo pida nunca. No te enojes ante ninguna agresión. Más bien piensa desde la sabiduría que todos los seres humanos estamos heridos y no somos maduros como Jesús porque así lo hemos decidido. Muchos preferimos vivir como si Jesús nunca hubiera existido.
2. Piensa siempre bien de los que te ofenden. No es verdad el viejo refrán que dice: piensa mal y acertarás, porque hoy ya sabes que todos llevamos el tesoro de la bondad, de la paz y del amor escondido en vasijas quebradizas de barro. Más bien piensa que esa persona que te hizo o te dijo aquello fue alguna vez un niño herido como tú y que no supo cómo superar tanto dolor y que hoy ha permitido inconscientemente tener el corazón amargado y seco de resentimiento. Tú dices que la persona que te hizo daño anda feliz por la vida, pero ¿sabes? caras vemos; corazones, no sabemos. Haz tuyo el pensamiento de Jesús que dice: No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti. Y pregunta al Señor a cada momentito por desagradable que sea lo que te sucede: ¿Qué harías tú Jesús en mi lugar?
3. Sal al encuentro del que te ha ofendido. Esto es ya el 50% de una reconciliación Y UN CASI 90% de tu sanación interior. Pero si el otro o la otra no quieren volver a saber nada de ti, no uses la rebeldía y digas: yo ya no perdono, Dios ni me escucha porque decir esto y ponerse así, es inmadurez. Más bien una vez más, comprende pues recuerda lo que aprendemos en estos talleres para saber vivir, que si supiéramos comprender no haría falta perdonar
4. No le des vueltas a lo que pasó y ya decidiste perdonar. Lo perdonado, perdonado está. Sólo los burros son capaces de darle vueltas a una noria seca. No seas necio, necia como dice la Palabra del Señor, más bien mantén tu mente tranquila porque ésta es salud para el cuerpo. Sal al encuentro desde el Espíritu Santo y llegarás con PODER DIVINO al corazón del otro aunque este como dijimos- no quiera saber nada de ti. Dile al Señor que derrame bendición tras bendición y obstínate en bendecirle por siempre y para siempre.
5. Si tienes la oportunidad, ten especial atención con los que te ofendieron. Hazles ver con detalles y bondad que los has perdonado de corazón.
6.-Finalmente te decimos: No seas como mucha gente que se prepara para Navidad con adornos, fiestas, luces, pasteles y toda clase de bocadillos. Todo eso esta muy bien, pero no hay mejor forma de disponerte a vivir una auténtica Navidad que engalanar tu alma con el perdón. Esa sí será una NAVIDAD VERDADERA.
Ayuda en la depresión te deseamos una Feliz Navidad y un Nuevo Año lleno de paz, de sabiduría de positividad. Amén
En unos momentos de intimidad con el Señor Dios, toma una actitud orante, bien sentado, sentada, con tus pies bien puestos en el piso si puedes, tus brazos y manos ponlos sobre tus piernas con tus palmas hacia abajo, hacia arriba o entre lazadas; tu cabeza recta cierra tus ojos y respira suave profundo y lento. Experiméntate pleno, plena, libre en el amor de Dios.
Y desde esa fe adulta, desde tu corazón escucha lo que tu Señor y Dios Jesús en el pesebre te dice ahora mismo: Mi precioso, mi preciosa, mira cuánto te amo, he venido revestido de humildad para que tú ahora mismo puedas soltar lo que te tiene atado, atada por el orgullo y amor propio herido y para que puedas perdonar porque perdonar te hará grande, perdonar te hará invencible. Lo que pasó ya pasó. No trates de encontrar culpables, porque no los hay. Todo sucedió por las decisiones llenas de superficialidad y no fe, pero Yo tu Dios tu Jesús, de todo lo que destruye, saco restauración, de todo lo que esclaviza yo saco libertad, de todo lo que oscurece y desalienta yo saco luz y alegría verdadera. Todas esas cosas difíciles por las que pasaste o estás pasando Yo voy a usarlas para tu bien.
Por eso hoy vengo a ti en la humildad y la pequeñez de un niño, para elevarte a alturas insospechadas, alturas desde donde podrás ver a los demás a través de mi dulzura, a través de todo lo que supe superar por amor al Padre Celestial y por amor a ti. Desde ahí, desde el amor más sublime y perfecto, desde mi sangre, podrás contemplarte y contemplar aún al que más daño te ha hecho, y entonces, habrás entrado en el reino de la madurez, en el reino de la locura divina, es decir, habrás entrado en la prudencia, en la magnificencia que viene de ser extremadamente humilde e inmensamente rico, rica en Dios. (Mús)
Ahora desde esa fe adulta, de manera especial en esta Navidad, tú que escuchas, llega hasta el pesebre humildemente para darle gracias al Padre Dios por el más grande regalo que te hadado y luego háblale a Jesús Bebito, desahogando tu corazón. Dile no con palabras sino con todo tu ser allá en tu profundidad:
Oh Padre de inmensa bondad, tanto me has amado que has dado a tu Hijo único para que creyendo en Él no perezca en el egoísmo sino que tenga vida eterna. Hoy te agradezco Padre, que me hayas dado el mejor regalo de toda mi vida: te agradezco que me hayas dado a Jesús.
Oh Dios Eterno, de tu plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia y hoy Señor te Adoro y me postro ante ti humildemente, deseando amarme como tú me amas y deseando amar a quien se tope conmigo y a la humanidad entera, como tú me estás amando, Oh Dios. Jn 1,16
Y tú mi Jesús Hermoso, Precioso Salvador, que siendo de condición divina, no hiciste alarde de tu categoría de Dios, te despojaste, tomando la condición de siervo, haciéndote uno de tantos. Fil 2,6-7. Jesús mi Niño de Belén, ¡qué elocuentes lecciones me das aún en medio de tu silencio! Te amo por sobre todo lo que pueda sentir o pensar. Te adoro y al adorarte te ofrezco mi buena disposición que ya es gracia. Te ofrezco lo que soy, lo que tú me diste y lo pongo ahora mismo a tu servicio, me pongo a tu disposición Oh Rey mío.
La cueva, las pajas, el pesebre, los pañales... todo me clama, todo me grita que tú viniste para mi y que tú, mi Amado eres para mí. Tu extrema pobreza, es decir, tu extrema dependencia al amor incondicional del Padre, son saetas de amor que me mueven dulcemente a amar como tú Jesús. Tu extremo amor me lleva a amarme, a aceptarme, a perdonarme, a ser feliz, a ser creativo, creativa para levantarme, a ser positivo, positiva, a trabajar por una vida digna y honesta. Tanto amor me hace pleno, plena.
Tu amor Oh Dios fascinante se hizo pequeño, se hizo débil, se hizo tierno, se hizo carne, carne como la mía, carne que llora, sufre y tiene frío, pero hoy, me quedo en el pesebre acurrucado, acurrucada junto a Jesús. Hoy es Navidad, hoy soy feliz porque el Cielo ha bajado a mi corazón para siempre jamás. Aquí estoy Jesús Adorándote, amándote, disfrutándote
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