Un día se levantó, y descubrió que el mundo a su alrededor se había terminado, las cosas seguían estando, e incluso podría decir, que había personas, pero habían dejado de ser personas como ella recordaba, las caras se habían borrado, seguían teniendo ojos, nariz, boca, e incluso orejas, todo parecía igual, pero no había ningún gesto en ninguna cara, habían desaparecido las sonrisas, las lágrimas, las caras de enfado, todos los gestos que hacen una persona especial, ¿donde estarían?
Se miró al espejo y comprobó que ella seguía siendo capaz de sonreir, y pensó, las sonrisas siempre han sido contagiosas, así que salió a la calle, y sonrió, sonrió a todo el que se cruzó en su camino, sonrió a los niños que jugaban en el parque, sonrió a los ancianos sentados en los bancos... y uno tras otro le miró con esa cara, indefinible, insensible... y varios sacaron sus teléfonos móviles, y llamaron:
- Emergencias digame?
Si, así fue como nuestra protagonista acabó en un manicomio...
Escrito por Palo a las 25 de Octubre 2006 a las 10:42 PM