Salió de su casa, y sintió que ese día a pesar de ser como todos los demás, sería un día diferente, lo sentía en la cabeza, como cuando se le olvidaba algo y oía una vocecita dentro, pero hoy la vocecita decía hoy es distinto, hoy es tu día.
Hacía sol, pero no el suficiente para las gafas, así que se las puso a modo de diadema, en la peluquería le habían cortado el flequillo demasiado corto y ahora no le llegaba detrás de la oreja, así que siempre se lo estaba tocando y siempre acababa sucio, pero hoy estaba recién lavado, humedo todavía por su manía de no usar secador.
Caminó hasta la parada del autobús, y dedujo que lo acababa de perder, había una colilla terminándose de consumir en el suelo, la gente las tira cuando va a subir, en Estados Unidos o en Japón habían unos botecitos que se llevan en las cintura y se metía la colilla y luego se podía volver a fumar, pero entonces no sabrías que se ha ido el autobús, seguro que midiendo la ceniza se sabría cuanto tiempo llevaba el cigarro ahí tirado.
Llegó el bus, y se subió, no tenía nada importante que hacer, no tenía que ir a ningún lado, simplemente tenía que irse, se lo decía la vocecita.
Se pasó el día dando vueltas, fue de un sitio para otro, y finalmente se cansó de esperar lo que tenía que llegar, y decidió volverse a casa, cuando llegó a la parada para coger el autobus que la llevaría de vuelta, se sentó a esperar, y esperó y esperó... y entonces llegó él, y entonces fue cuando el día se convirtió en especial, y entonces la vocecita dejó de repetir "este es tu día, este es tu día" pero cinco minutos después llego ella, le murmuró un lo siento al oido, y se abrazaron.
Solo pudo tener 5 minutos especiales, cinco minutos de sueños
GUau vaya historia!!
Tienes a un seguidor aqui. Te seguiré de cerca.
Saludos del Lobo.